Por qué Agonía y esperanza

¿Por qué llega uno a cometer la osadía de remedar a Jane Austen en una de sus obras más conmovedoras y perfectas? ¿Por engreimiento, por ignorancia, por necedad, por todo ello junto?

Ni siquiera se trata, como ocurre en otros casos, de prolongar una de sus obras después de su punto final, de darle una vida entera a alguno de sus personajes secundarios más atractivos o de tomar una de sus historias para crear otra distinta, no, sino de rehacer nada menos que Persuasión.

Bueno, la explicación es muy sencilla: porque no es esa la pretensión. Nada más lejos de la intención del autor que remedar, rehacer, fusilar, ni falsificar la obra de Austen, sino todo lo contrario: respetar, honrar y enaltecer en su bicentenario la novela que más le ha emocionado y asombrado de todo el legado de la genio de Chawton House.

¿Y qué necesidad tenía el mundo de ver recontada la historia de un amor capaz de atravesar el tiempo manteniéndose intacto (o incluso más fortalecido)? Ninguna. El mundo, ninguna; pero mi alma, traspasada de por vida por dicha historia, tenía que enredarse y unirse a ese viaje emocional y sus dos viajeros.

En realidad, empecé a escribir Agonía y esperanza por el mismo motivo y del mismo modo en que empecé a escribir. Para adentrarme en mundos que ya no existen o que tal vez nunca existieron. Yo soy de los que piensa que nada hay nuevo bajo el sol y todo vuelve a empezar una y otra vez, desde el principio de los tiempos. Todo está escrito o contado desde hace siglos. Lo único que podemos hacer es contar lo mismo quizá desde otros puntos de vista, quizá de otra forma, pero nada que no se haya escrito.

Ya los clásicos españoles, franceses o ingleses, por ejemplo, lo sabían y obraron en consecuencia. Tomaban prestadas historias escritas o contadas de boca en boca y las reescribían dándoles su original punto de vista y concediéndoles vida eterna insuflándoles su hálito excelso. Los genios aportaban su genialidad, y los no-genios hacían lo que podían. Por mi parte, me incluyo en este segundo grupo: hago lo que puedo, con mayor o menor acierto y fortuna. Yo no he tomado una historia común para aportarle mi genialidad, sino más bien al revés: he partido de una historia genial para aportarle un toque personal, procurando no estropearla. Más concretamente, he traído a Anne y Frederick hasta el siglo XXI, adaptándolos a la forma de vida actual, pero conservando sus almas, porque lo inmaterial es lo único que no se altera a lo largo del tiempo y del espacio. Por eso leemos con tanta emoción a Austen dos siglos después de su fallecimiento, como la seguirán leyendo siglos después, al igual que otros clásicos dotados de la misma grandeza.

Impulsado por lo que mis lectoras (que son gran mayoría) dijeron de mis anteriores escritos, y queriendo aportar mi granito de arena al bicentenario, me decidí a renovar la historia de la merecida segunda oportunidad de dos amores sólidos e incondicionales con la mayor pulcritud y elegancia posibles. En un mundo inhóspito para con los valores que representan los protagonistas, aspiro a que Agonía y esperanza brille como lo haría un pequeño trocito de oro en medio de una montaña gigantesca, y aporte algunas horas de placidez y alguna sonrisa a quien quiera buscar entre sus páginas parte de heartsmanners and spirits del mundo austenita.

Los vestidos en Todos tus nombres

En algunos comentarios y reseñas sobre Todos tus nombres ha salido a relucir el detalle en la descripción o bosquejo de los vestidos de sus protagonistas femeninas.

Es hora, pues, de poner imágenes a esas palabras y señalar en qué se ha basado el autor a la hora de vestir a sus personajes.

Veamos, por ejemplo, una muestra de vestidos de verano y de invierno propios de la época:

Es fácil imaginar a Monique y Ana Eugenia de esa guisa en un paseo estival

Incluso para el verano playero había creaciones atrevidas e incluso divertidas con que las mujeres que tenían valor y recursos económicos suficientes podían lucirse junto al mar. ¿En la Costa Blanca, quizá? ¿En las calas de Denia?

Y para fiestas y ocasiones especiales también había vestidos adecuados a los cánones de la época, aunque en este caso concreto lo cierto es que las modas pueden traspasar las barreras del tiempo. ¿No les parece?

Quizá alguien reconozca a Clara Stauffer dentro del vestido en tono coral
bailando con Martín en los salones del Hotel Palace…

Pero el mimo conferido a las dos principales mujeres que roban las escenas a cualquier otro personaje de la novela tenía que estar a tono con su nivel intelectual y cultural. Y el autor, llevado por la debilidad que siente por estas dos protagonistas, no ha considerado por menos que ataviarlas con creaciones de Cristóbal Balenciaga, el arquitecto español de la alta costura.

Vestido de cóctel en satén con decoración estampada de motivo floral en diferentes tonos de azul

Así, que no voy a aburrir más con mis comentarios y les dejo con las imágenes (y correspondientes explicaciones) de algunos de los vestidos con que Monique de Bissy y Ana Eugenia Inchauspe se presentan ante sus lectoras más perspicaces, todos ellos creaciones del genial modisto guipuzcoano. Ver para disfrutar.

«Si Dior es el Watteau de la costura (lleno de matices, chic, delicado y oportuno), entonces Balenciaga es el Picasso de la moda porque, como el pintor, Balenciaga guarda un profundo respeto por la tradición y posee un depurado estilo clásico que subyace a todos sus experimentos con lo moderno»».Lo dijo Sir Cecil Beaton, otro espíritu lleno de ingenio y arte.

La banda sonora de «Todos tus nombres»

La música ha jugado un papel relevante en casi todas mis novelas. Es para mí, y después de la literatura, una (otra más) pasión irrefrenable. No se extrañen si, por ejemplo, en medio de una conversación de repente pierdo el hilo, no respondo a una pregunta o sin más guardo un silencio aislador sin motivo aparente; pero, en realidad, sí que habrá un motivo: los compases de alguna pieza de una Suite de Bach, o las síncopas de Rapsodia en Azul, o simplemente el el ritmo funk de alguna canción de James Brown o Kool & The Gang se habrán hecho con el control de mis sentidos para transportarme al correspondiente pentagrama. Mis líneas, por lo tanto, no pueden sustraerse, antes o después, al poder gravitatorio de alguno de esos mundos musicales. Y, por supuesto, Todos tus nombres no es, ni mucho menos, una excepción a esa regla general.

Como también es habitual, y se puede deducir del ejemplo que he expuesto anteriormente, las piezas que suenan a lo largo de las páginas siguen una heterodoxia propia de un «Manual del perfecto heterodoxo«. Se ajustan, cómo no, a las diversas y variadas situaciones en que suenan, pero no existe el menor atisbo denominador común. Vean, si no:

En una fiesta de «aliadófilos» cosmopolitas no podía faltar en ese momento el swing característico de artistas como Count Basie o Benny Goodman.

Pero, en otro tipo de fiestas, una orquesta de salón que se preciara podía hacer un tanto la pelota a los alemanes no sólo con la archiconocida Lili Marleen, sino con otras melodías igualmente sugerentes y melancólicas.

Y en la España de la época, rota emocionalmente, un pasodoble era capaz de unir a los bandos más irreconciliables, a los que se quedaron y los que tuvieron que exiliarse, en lo que podía denominarse un himno nacional oficioso. Aunque esta canción se compuso en 1902 como marcha de paseo para la Real Infantería en la ciudad de Cartagena, se popularizó con la letra compuesta en 1939 para ser cantada por Estrellita Castro en la película del mismo nombre.

Por otra parte, los personajes femeninos tienen una notable habilidad manejando las teclas del piano; especialmente Monique, quien la adquirió a través de un severo aprendizaje al que fue sometida en su primera juventud. Así, en un momento muy intenso y emotivo, deja escapar sus sentimientos bajo los compases de un estudio de Chopin conocido por el nombre de Tristesse.

En fin, como sabiamente razona Drax el Destructor (ya saben, uno de los Guardianes de la Galaxia), hay dos clases de seres en el universo: los que bailan y los que no. Y a quienes pertenecemos a la primera clase se nos fue dada la existencia de Glenn Miller (desgraciadamente fallecido en esa misma guerra en la que se ven envueltos los protagonistas de esta novela).

En un mundo que se desangra sin piedad, anegado por la angustia y la incertidumbre, esas viejas y siempre nuevas melodías son un refugio para las almas que sólo buscan sinceridad y amor entre los restos de su pasado.

Adaptando o imitando a Jane Austen

Si se afirma que Jane Austen es la autora más imitada y adaptada no sólo de la literatura en lengua inglesa, sino de la literatura universal, no se está diciendo nada nuevo. Podría incluso afirmarse, sin temor a equívoco, que es más imitada y adaptada incluso que Cervantes y Shakespeare. Sobre todo si nos centramos en las imitaciones o adaptaciones literarias, no audiovisuales.

La inmensa mayor parte de este tipo de remedos se ha producido en el mundo anglosajón, lo cual es lógico dado el paralelismo del idioma y la facilidad de leer previamente a la autora en su propia lengua. En castellano, sin embargo, esa clase de obras han sido muy escasas, y prácticamente inexistentes hasta bien entrado este siglo. Por supuesto, en tales adaptaciones excluyo las obras del tipo fanfiction de aficionados (que son incontables), y me centro en las realizadas con carácter más formal y por plumas con trayectoria y calidad.Por ir al grano, el objeto de estas líneas consiste en señalar que las adaptaciones de las obras de Austen siguen siendo prácticamente inexistentes en el plano literario. Así como en el ámbito cinematográfico o televisivo se realizan auténticas adaptaciones, en el ámbito literario lo que se producen, en su mayor parte, son secuelas, precuelascrossovers y similares. Son obras que no pretenden remedar a la autora, sino dar una continuación, mezclar personajes de novelas, narrar los antecedentes de la trama de cada novela, etc., y queda bien claro cual es su propósito, sin engaño ni pretensiones. El resto, con muy rara excepción, son imitaciones. Y para aclarar algo más esta aseveración, me remito al significado auténtico de las palabras, es decir, el que le otorga el diccionario oficial de la lengua española.Así, por una parte, adaptación es la acción o efecto de adaptar, y adaptar es «modificar una obra científica, literaria, musical, etc., para que pueda difundirse entre público distinto de aquel al cual iba destinada o darle una forma diferente de la original». Por su parte, imitación igualmente es la acción o efecto de imitar, e imitar significa «ejecutar algo a ejemplo o semejanza de otra cosa» o bien «hacer o esforzarse por hacer algo lo mismo que otro o según el estilo de otro». La diferencia es clara: la adaptación se centra en la obra en sí, dándole una forma o un enfoque diferentes, mientras que la imitación se refiere a obras diferentes de la original, pero realizadas a semejanza o en la misma línea argumental o estilística.


Empecemos por las adaptaciones.En el ámbito cinematográfico, de manera especial, se vienen realizando adaptaciones en sentido estricto de las principales novelas; sin variaciones respecto de la trama de aquéllas, y apenas con diferencias en detalles accesorios, las obras resultantes son idénticas a las originales, e incluso suelen llevar el mismo título. Pero esto es algo apenas visto en el ámbito literario, lo cual es bastante lógico; así como en el cine se produce el traslado de un tipo de lenguaje (escrito) a otro tipo distinto (visual), e incluso los remakes son algo habitual, ya que entran en juego diversos aspectos como la dirección, la interpretación, la fotografía, escenografía, etc., en el ámbito literario se considera absurdo reproducir una novela tal cual, con ligeras variaciones de detalles, máxime si la novela en cuestión es una gran obra de un autor o autora genial.Sí que puede darse el caso, tanto en lo audiovisual como en lo literario, de remakes o rewritings en los que, manteniéndose la trama sin variaciones apreciables, ésta se traslada en el tiempo y/o en el espacio, con las consiguientes variaciones necesarias de elementos circunstanciales. Una vez más hay que señalar que si bien en el cine y televisión también hay una relativa abundancia de ejemplos, en lo literario es un hecho muy escaso.Para no recargar el contenido de estas líneas dejamos aparte otros casos de adaptaciones, como pueden ser las teatrales u operísticas, respecto de las cuales se puede predicar exactamente lo mismo.


Con las imitaciones, sin embargo, no encontramos grandes diferencias en cuanto al número y carácter en lo literario y lo audiovisual: en ambos ámbitos hay una gran reiteración de imitaciones de todas clases. Hay tramas novelescas que se convierten en cánones a reproducir de diversas formas, pero cuyas imitaciones no se consideran adaptaciones de las obras originales, y ni siquiera se menciona el hecho de estar imitando dicho original. Veamos ejemplos de dichas tramas canónicas.Chico y chica se encuentran y, por adversas circunstancias, se caen fatal; chico y chica se van conociendo con más detalle y cambian su opinión; finalmente chica y chico vencen los obstáculos interpuestos entre ellos y se enamoran. Chico y chica se enamoran, pero un suceso o una coyuntura se interpone entre ellos y les obliga a separarse; años después, chico y chica vuelven a encontrarse y comprueban que el amor entre ellos persiste a pesar de todo y aceptan esta segunda oportunidad. Chica sensible y apasionada se enamora de chico de aspecto apuesto y gallardo pero veleidoso, y desprecia a otro chico menos apuesto pero leal y sinceramente enamorado; al cabo, el apuesto y gallardo desprecia a la chica y ésta reconoce en el leal y sinceramente enamorado al chico de su vida. Etcétera.Por supuesto, quien conozca la obra de Austen habrá reconocido al instante los esquemas de las tramas de tres famosas novelas suyas. Ella fue quien estableció el canon, la primera que concibió esas tramas, hace ya más de dos siglos. Pues bien, éstas han sido reproducidas hasta el infinito y más allá en innumerables películas, novelas, series de televisión, radionovelas (los de más edad) y folletines multiformato, pero sin que por ello se diga, porque no es necesario ni obligatorio, que son adaptaciones o ni siquiera que están inspiradas en las obras austenianas; de hecho, es posible que muchos de sus respectivos autores ni siquiera sepan que están, de alguna manera, reproduciendo obras de la genio de Steventon.La imitación o copia de argumentos es un recurso que se ha utilizado desde los orígenes de la literatura por los más grandes genios de la pluma: tomaban prestadas historias ya escritas o contadas de boca en boca para reescribirlas con su original punto de vista y concederlas vida eterna insuflándoles su hálito excelso. Los genios aportan su genialidad, y los no-genios hacen lo que pueden.


Ocurre que, al día de hoy, Austen se ha convertido en un reclamo literario y extraliterario que no conoce fronteras ni término, hasta el punto de haber surgido el término “austenmanía” para definir este fenómeno. No es lo mismo, sobre todo a efectos de mercadotecnia editorial, decir que se ha publicado una novela con la trama básica “chico y chica se encuentran y se caen fatal, chico y chica se conocen con más detalle y finalmente chica y chico se enamoran” sin más, que decir que se ha publicado una novela con el marchamo de ser una adaptación de Orgullo y prejuicio. A esos mismos efectos, no es lo mismo decir que se publica una novela sobre una segunda oportunidad en una relación amorosa que decir que se publica una adaptación de Persuasión.Ello no condiciona la calidad de la obra escrita, por supuesto. La adaptación o imitación correspondiente será una buena o mala obra dependiendo de la calidad de su escritura, no de si está mejor o peor copiada o adaptada. Pero se trata simplemente de una cuestión de marketing. En este sentido, sí que puede tratarse de un engaño a los lectores que busquen una verdadera adaptación. Y exactamente lo mismo se puede predicar respecto de las obras filmadas.Por ejemplo, si alguien recomienda El diario de Bridget Jones, tanto en novela como en película, como una adaptación de Orgullo y prejuicio, estará quebrantando el octavo mandamiento o incurriendo una imposibilidad moral si la persona recomendada es admiradora de la obra de Austen, o un adulteración de la verdad en el resto de los casos; pero, si alguien recomienda Amor y amistad como una (excelente) adaptación de Lady Susan estará confirmando una evidencia.


Como sincero y rendido admirador de la obra de Jane Austen y como autor de una adaptación literaria de una de sus obras, me disgusta el abuso que, al amparo de la austenmanía y de toda esa legión de lectoras y pseudolectores que califican su obra como “novela romántica” y no digamos ya con el falso tópico del discurso feminista de Austen como mujer adelantada a su tiempo, están llevando a cabo autores y editoriales al publicar supuestas adaptaciones de sus novelas. Una vez más, el mercantilismo se impone a la literatura como señal de estos tiempos menguados.

El noviazgo en plena pandemia es como vivir en una novela de Jane Austen

Las normas de prevención sanitaria y las nuevas costumbres con que nos estamos adaptando a la pandemia producida por el maldito coronavirus están teniendo un efecto beneficioso. Como cantaban los crucificados, hay que contemplar siempre el lado positivo de la vida.

En concreto, las relaciones amorosas incipientes que hayan surgido poco antes o durante la pandemia, se asemejan a los cortejos que los personajes de Jane Austen llevaban a cabo en sus novelas. En concreto, así se vive en plena novela de mi autora favorita:
-Es un asunto largo y prolongado, compuesto de encuentros en público.
-Los novios llevan una vida doméstica tranquila.
-Todo el mundo se siente involucrado y afectado por sus comportamientos.
-Se preguntan el uno al otro regularmente sobre la salud de los miembros de la familia de cada uno.
-Las estrictas normas de comportamiento de esta época, construidas alrededor de un deber moral hacia la sociedad, dictan sus interacciones y conducen a divertidos percances.
-Se requiere una planificación cuidadosa.
-La relación incluye muchas caminatas enérgicas, a falta de otras distracciones no autorizadas.
-Los cotilleos ayudan a determinar lo que es y lo que no es aceptable, y quién ha violado las normas sociales.
-Los encuentros románticos dependen mucho del clima.
-Habrá té en algún momento.
-Informan a sus amigos, quienes llevan una vida tranquila, llena de cocina y noches en casa, de los recientes acontecimientos a través de correspondencia escrita.
-Gran parte de la relación romántica es epistolar también.
-El contacto visual y los gestos sutiles juegan un papel importante.
-Los futuros esposos apenas se tocan y mantienen en público el distanciamiento social.