¿Cómo lo hago?

Dos elementos definen y distinguen mis creaciones: un estilo sencillo y elegante y personajes de carne y hueso.

MI ESTILO

Intento conseguir una escritura pulcra, sencilla, romántica y elegante, que busca el lado bueno y bello de la vida.

Es la forma que tengo de escribir una historia real revestida de belleza interior y exterior de contar una historia que posea toda la apariencia de ser verídica, con personajes reales, de carne y hueso, pero que no es más que pura ficción.

Por lo tanto, creo que mi estilo podría definirse como realismo romántico.

La búsqueda, la persecución, la contemplación o la posesión de la belleza es un motor que impulsa mi vida, que la llena en buena medida de sentido, y por lo tanto también da sentido a mis creaciones. Sobre todo la belleza de y en lo imperfecto. Porque me gusta encontrar la belleza en lo más simple y cotidiano, en los pequeños detalles que los ojos que miran, pero no ven, pasan por alto.

Detalles que confieran elegancia a mis palabras. Y la elegancia supone sencillez y pulcritud. Por eso focalizo con frecuencia la atención del lector sobre miradas, gestos o silencios más incluso que con las palabras y los hechos.

Dicho todo lo cual, para que no haya equívocos, me horrorizan por igual lo cursi, la chabacanería y lo soez.

MIS PERSONAJES

Soy un escritor de personajes. En mis novelas es más importante qué son, cómo se comportan y cómo se relacionan entre sí los personajes, en especial los protagonistas, que la trama en sí.

Y es que me interesan los personajes atípicos y auténticos para protagonizar mis historias.

Hombres sensibles, reflexivos, leales.

Mujeres valientes, resistentes, con carácter indomable.

Les une una gran inteligencia emocional.

Les sitúo en cualquier época y lugar, incluso de manera intemporal. Son modelos, tipos humanos que serían admirables hoy o hace veinte siglos, en nuestro país o en las antípodas.

Los protagonistas de mis historias, tanto mujeres como hombres, tienen un carácter apasionado, tenaz, indomable, tierno y emotivo; y unos valores inestimables y férreos, propios de auténticas damas y verdaderos caballeros, propios de un mundo que ya no existe y que tal vez no existió nunca más que en el alma de unos cuantos soñadores. Con ese equipaje les hago vivir aventuras, les envuelvo en relaciones personales con un intenso toque romántico, les obligo a afrontar dificultades y disgustos o les envío a lugares que vivifican el espíritu o a algunos de esos tiempos interesantes a que se refiere la maldición china.

Pero me baso en personas de carne y hueso, con sus sentimientos, sus ideas, su conducta, su forma de ser en definitiva, para construir personajes que parecen/son de carne y hueso.

Por eso nunca describo a mis personajes exteriormente. Sólo algún detalle los caracteriza. Por ejemplo, un hombre puede ser alto y discreto; otro, moreno y de manos suaves; y otro, enérgico y corpulento.

Una mujer puede ser contundente y de ojos azules; otra, esbelta y desconfiada; y otra, apasionada y menuda.

Lo que hacen y dicen les define interiormente.

El lector pone el resto.